La bella historia de William Sill paleontólogo norteamericano
transita entre el contrabando, la milicia, las misiones mormónicas, la pasión
por los fósiles y el amor a una Mujer y una Tierra. Pero su corazón estaba
entregado por completo al Valle de la Luna, el lugar donde reposa hoy en día
rodeados de fósiles.
William Sill nació en 1937 en Las Vegas,
Nevada, cuando este era un pequeño
pueblo en donde las casas de juego
comenzaban a crearse de la mano de los capos de la mafia norteamericana.
William era un joven entusiasta y con determinación
quien se escapa de la escuela para aprenden a volar un aeroplano, esto lo llevo a ser contrabandista, proveía
de langosta fresca a los paladares gourmet de la nueva sociedad de Las Vegas. Los vuelos clandestinos a
México, llenos de aventura forjaron su espíritu.
Estuvo en el ejercito por 6 años en comandos, aspiraba
a luchar en la guerra de Centro América.
Se recibió de geólogo en la Universidad de Brigham
Young, pero no ejercicio de inmediato. Fue misionero de la iglesia de
Jesucristo de los santos de los Últimos Días, más conocidos como Mormones.
Y en 1959 con 22 años llega a la Argentina en una misión religiosa, quizás
en esta oportunidad Argentina ya había atraído a su corazón.
Pero un tiempo más
tarde regresa a San Juan pero no ya como
misionero sino como geólogo contratado por YPF, en esta ocasión el amor golpea
a su puerta ya que conoce a su compañera de toda su vida, Nélida Salinas
Poblete. con quien se casa.
Tenía todo para ser feliz en el lugar pero por esas
cosas de la vida regresa a Estados unidos con su esposa sanjuanina.
Hace su doctorado en Harvard en geología y biología para especializarse en paleontología de vertebrados. Realiza
trabajos de investigación y docencia en Harvard y Yale, como trabajos de campo
en Europa, África y Sudamérica.
Luego de 10 años regresa a San Juan como un experimentado
paleontólogo, tenía el empeño de explorar los lugares vírgenes que habían
maravillado a su maestro Alfred Romer.
Espero 10 años para concretar su anhelo de estar en
su lugar en el mundo, ese lugar donde pertenecemos y nos completa, hecho raíces
en San Juan, pero todo ese tiempo de espera sus raíces esperaban brotar de su corazón,
creciendo día a día. A veces en la vida hay que esperar el tiempo de maduración,
para vivir las cosas con la calma necesaria.
Colaboro para la creación del Parque Provincial de
Ischisgualasto, en 1971. Y toda su labor dio fruto cuando en 2000 declararon al Parque Patrimonio de la Humanidad.
Sufría de una lesión en la cadera producto de una caída
de una mula, pero esto no lo detuvo en su trabajo, ya que tenía un espíritu muy
tenaz.
Durante el periodo de la dictadura, defendió los
derechos humanos refugiando y consiguiendo asilo a estudiantes perseguidos por
el régimen dictatorial.
En el 2003 William y su esposa se radicaron en Estados Unidos para estar
cerca de sus hijos y nietos, pero nunca se olvidó de su amado San Juan,
ya que su ultimo deseo antes de morir era que su corazón estuviese enterrado en
Ischigualasto.
Esta es una verdadera historia de amor, ni el tiempo
ni la muerte pudieron separar a William Sill de Ischigualsto y sus fósiles. Descasaran juntos toda la eternidad.
Por Paola Echecury