martes, 21 de agosto de 2012

Recuerdos de la Primera Campaña


 
Los recuerdos se componen de pequeños momentos en el tiempo, que quedan congelados en nuestra mente, quien sabe por qué motivo.
Dicen que desde niño uno ya sabe lo que va a ser en la vida.

 
Conozcamos una de las facetas que compone al geólogo Alberto Garrido. Es el director del Museo Olsacher de Zapala Neuquén.
A los 12 años de edad hizo su primera salida de exploración, aunque piensa que en esa época ese término era muy ambicioso. Convenció a varios de sus compañeros de escuela para que fueran hasta Aguada de las Piedras o también conocida como Aguada del Bandido, ubicada a 15 km al Sur de Plaza Huincul, los vehículos usados para la ocasión era bicicletas, años más tarde en ese lugar aparecieron Dinosaurios como Ilokelesia aguadagrandesis y el Mapusaurus rosae.
Un recuerdo muy bien atesorado es la primera salida a las Cavernas, cuando tenía 13 años, a la Cueva La Escondida, en la zona del volcán Auca Mahuida.
En aquella época era muy común ver las casas de 
 
Plaza Huincul adornadas con troncos petrificados o algún huesos de Dinosaurio, ya que no había estallado el boom por los Dinosaurios.
La tendencia definitiva por su interés en las Ciencias de la Tierra, se dan a los 10 años cuando comienza a trabajar en un bicicleteria de Cutral-Có (Ciclismo Marinco).
Todos los días después de la escuela, iba desde Plaza Huincul a Cutral-Có. El bicicletero el Sr Luis Armando Marín, era un coleccionista, el cual contaba con una gran colección de arqueología como así también algunos fósiles. Algunas de las piezas se exhibían en el local comercial.
El niño a ver aquellas piezas tan bien preservadas y expuestas, cautivaron su atención, y de inmediato quiso saber el significado de estas, quien pensaría que esa manía se transformaría en su profesión.
Con su primer sueldo se compro un libro de fósiles y otro de minerales.
 
El cariño paternal de Don Marín, lo estimulo a encontrar su verdadera vocación. Realizaron muchas salidas de campo. Recuerda que era tanto el interés por el tema, que en ocasiones estaban trabajando y cerraban la bicicleteria para ir a buscar flechas al campo.
De esta forma empezó a conectarse con gente aficionada a la Arqueología.
Cuando surgió el Museo en Plaza Huincuil se contacto con las personas que estaban a cargo del proyecto, dono unos dientes y otros huesos de dinosaurios que había hallado en sus primeras salidas a las Sierras del Portezuelo.
Comenzó en el Museo como voluntario, atraído por la curiosidad, realizo salidas de campo con el primer Director el Sr Francisco Moreno y luego se unió al grupo Espeleológico del Neuquén. La Paleontología y la Geología comienzan a tomar importancia en su vida, pero su interés se vuelca más a entender él porque se encontraban allí, sabía que cuando iba al cerro Loneta las rocas blancas y amarillas tenían fósiles marinos. Las rojas tenían huesos de dinosaurios y las rocas de canto rodado tenían troncos petrificados. Todo esto lo llevo a pensar más allá del fósil, lo atrapaba entender y poder encontrar una explicación, por eso su interés paso a ser el contexto en el cual se encuentra el fósil, en definitiva reconstruir el pasado. Así es como se oriento hacia la Geología específicamente Sedimentología y la Estratigrafía.

Sus primeros hallazgos fueron unos dientes de Dinosaurio terópodo.
El primer paleontólogo con quien estableció contacto fue con Rodolfo Coria. Su primer campaña en las grandes ligas la hizo de la mano de Fernando Novas en donde se encontró en Patagonikus puertai.
Ha trabajado con paleontólogos reconocidos a nivel mundial como José Bonaparte, Leonardo Salgado, Guillermo Rougier, Philip Currie y mucho más.
Hoy conocimos un poco a Alberto Garrido, el porqué de su pasión por el pasado, a veces en la vida hay que conocer a las personas antes emitir alguna opinión, quizás quedaron muchas cosas para contar de él, pero los amigos las sabemos. Una persona que recorrió un largo camino, a veces con altibajos, porque la vida se compone de correr riegos, en definitiva eso es vivir. 
 
Por Paola Echecury

Un agradecimiento especial a Alberto Garrido por contar su historia y la paciencia en la búsqueda del material fotográfico.

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