viernes, 19 de abril de 2013

Rescátame Hércules...



El descubrimiento ocasional de restos fósiles en la antigüedad ha llevado a la creación de relatos fabulosos y heroicos.  
Un ejemplo de esto es el "Vaso del monstruo de Troya", sus imágenes narran el ataque de un peligroso monstruo marino aterrizando a los habitantes de la ciudad.
La historia se remonta a antes de la guerra de Troya. Poseidón envió a un monstruo marino a atacar Troya, como castigo.  Laomedonte, rey de Troya tenía que sacrificar a su hija Hesíone a Poseidón con la esperanza de que esto lo apacigüe. Pero llego Heracles con Telamón y Oícles. Estuvo de acuerdo de matar al monstruo a cambio de los caballos que Laomedonte había recibido de Zeus.
Heracles o Hércules  cumplió con su parte del trato pero Laomedonte no, es por eso que en una expedición posterior atacaron y saquearon Troya, mataron a todos los hijos de Laomedonte excepto Podarces quien salvo su vida al dar a Heracles el velo de oro que había hecho Hesíode. Telamón, amigo de Heracles tomo como trofeo de guerra a Hesíone y se casaron. 
En la vasija, el pintor plasmo a la criatura aterradora, a través  de un gigantesco cráneo.
Adrianne Mayor, historiadora norteamericana afirma que los griegos fueron los primeros paleontólogos.  La pintura del Vaso del monstruo de Troya es considerado evidencia palpable de que en la antigüedad ya se tenía contacto con el avistamiento de restos fósiles.
El cráneo de mítico monstruo se asemeja a una extinta, posiblemente Samotherium, encuentra en rocas de la zona.  
Samotherium es un genero extinto de jirafa del mioceno y plioceno de  Eurasia y África. Su nombre significa bestia de Samos, para conmemorar el lugar del hallazgo.
Quizás el artista se inspiro en aquel fortuito hallazgo, o el hallazgo inspiro la leyenda.
La leyenda rescata las aventuras vividas por Hércules o Heracles, considerado el más célebre héroe griego, representante de la virilidad, coraje y orgullo. Un hombre que fue hijo de Zeus y una mortal, un hombre que lucho contra temibles monstruos incluso dinosaurios.  


Por Paola Echecury

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